OH DIOS MIO
Más imbécil no me pude sentir,
después de ver asintiendo las cabezas de aquellas
personillas raquíticas y psicológicamente demoledoras
nada más me queda asumir mi ignorancia
y permanecer lo más silenciosa y humilde
aquella charla de ''intelectuales''.
Solo hacía falta olisquear desde fuera para notar
las presencias absolutamente implacables
y repelentes por un instante. No pude creer lo que pensaba.
¿A caso no cuenta mi empeño, el intentar entender y todo el esfuerzo que aplico?
Vorazmente NO.
Y para colmo me sentía orgulloso de mí mismo.
Esto no supondrá jamás de los jamases
mi límite, de lo contrario sería absurdo reflexionar sobre ello.
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