19 noviembre, 2012

Corazón dolido.

Ocupado por hombres de noche,
de momentos magicos consumidos.
Protegido por una goma que desea
degradarse para olvidar la memoria.
Corazones vacios y un eco.
Eco que llama a la puerta
y encantadoramente te seduce
para que le complazcas, para darte
lo mejor de si mismo y le recuerdes.
El mismo que vacío te sonríe y
pacíficamente te apacigua;
te mira, siente tus tristezas,
se encanta y lo atrapas eternamente,
hasta la mañana siguiente, que
desaparece y prefieres continuar
solo tu camino.

Corazón lleno de hombres de corazones vacíos.
Corazón que intenta amarlos sin judgarlos
atraido por esa sexta belleza que siente más viva que nunca,
pese a su tristeza,
sin poderles prometer nada más que ser durante una noche
los primeros amores,
las primeras caricias,
esa sensación de primeras veces
que tanta añoranza les ablanda
ese hueco entre el pecho,
entregandose sin complejos.

Corazón frustrado de falsas
esperanzas, de falsas ilusiones;
que ya no desea esperar
nada de nadie, aunque
ni siquiera, sea consciente de ello.

Dualidad desconfigurada y
fuera de servicio. Eso que
vulguarmente le llaman ALMA,
disculpa las molestias.

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