Se encuentran esparcidos, los pedazos
de mis ventanas;
la maquinaria oxidada vence y se parten
los pilares que aún sentían.
Entra un viento, frío,
tenaz que agita aquella jaula
de mariposas que se morían
por ti, que aún consumidas
soñaban con tu arropo,
con tu sonrisa, con tu tristeza;
se une a la composición inerte
producto del incendio que
sentí por ti.
Y que estas últimas noches
encendiera una vela pensando
en tus posibilidades y hoy haya
visto lo previsible, lo que toca,
lo que hay.
Tiré el último pedazo de tela que sostenía
mi mirada, que me hacía, todavía soñar.
Apago la luz.
Mañana....
mañana lo echaré todo a volar.
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